Las bodas en el antiguo Egipto nada tenían que ver a como las entendemos actualmente. En primer lugar, no existía ninguna ceremonia o trámite judicial ni de ningún  tipo, simplemente la pareja se iba a vivir junta estableciéndose así la unión matrimonial. Por supuesto, la finalidad última de este enlace era formar una familia, y cuanto más numerosa, mejor. Según un escriba de la época:
«Toma esposa cuando seas joven, para que te dé un hijo. Debe engendrar para ti mientras eres joven, el mundo debe ser poblado. El hombre con una gran familia es feliz, se le admira por su descendencia»
Lo habitual en esta época era casarse bastante pronto. Las mujeres rondaban los catorce años, al inicio de la pubertad. Los hombres en torno a los veinte años, aunque en las familias nobles solían esperar a acabar su formación. Lo normal era que los dos novios se conocieran antes del enlace, aunque no fue hasta la Dinastía XXVI que se les permitió a las mujeres dar su consentimiento para casarse con un hombre. Anteriormente era el padre de la novia el que entregaba a su hija al hombre que la
pretendía.
Aunque, como ya hemos dicho, no se celebraba una ceremonia como tal, sí existían ciertos ritos y costumbres en torno a los novios. Previamente al día en que la novia llevaba sus pertenencias al nuevo hogar (momento en el que se consideraban casados), las mujeres cercanas al novio decoraban con pinturas el cuerpo de la novia. Por su parte, el hombre era visitado por los varones de su entorno cercano y pasaban la noche cantando y bailando vestidos con sus mejores ropajes, a modo de una despedida de
soltero de la época.
El día de la boda, o mejor dicho, del traslado de las pertenencias de ambos al nuevo hogar, el novio vestía una túnica corta y la novia una larga. En el siglo IX a.C empezaron a firmarse una especie de contrato matrimonial donde aparecían los nombres de los novios, el de sus padres, la fecha, la profesión del marido y los nombres de los testigos. Este documento se firmaba en presencia de un sacerdote. La pareja intercambiaba unos sencillo anillos que solían estar tejidos con fibras vegetales.
Aunque no existía ceremonia nupcial como tal, sí celebraban una fiesta con motivo de la unión, en la que se arrojaba arroz a los pies de la novia mientras caminaba hacia la casa del marido.
También existía el divorcio en el antiguo Egipto. Al igual que para contraer matrimonio bastaba con irse a vivir juntos, para divorciarse sólo había que dejar de convivir. Eso en caso de que no existiera adulterio por parte de la esposa, ya que en dicho caso había consecuencias graves para la mujer. Otro motivo de divorcio podía ser la no fertilidad de la mujer, o simplemente, diferencias en la pareja, llegando a un acuerdo mutuo para divorciarse.

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